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Recordando a Luis Larraín

Luis Larraín Stieb

La historia de Luis Larraín Stieb (1980-2023) es la de un hombre que, nacido en una “burbuja” de privilegio en La Dehesa, decidió romper con lo esperado para convertirse en una de las voces más influyentes del activismo LGBTQ+ en Chile. Proveniente de una familia conservadora, fue hijo del economista Luis Larraín Arroyo, vinculado a importantes think tanks de derecha, y sin embargo Luis optó por caminar una ruta distinta: la de la igualdad, la visibilidad y la lucha por los derechos humanos.

“La discriminación por clase social en Chile es mucho más dura que la discriminación sexual”, decía Luis con una claridad que sorprendía por el contexto en el que fue criado. Era el mayor de cinco hermanos y desde niño destacaba por su sensibilidad, algo que marcó el carácter empático y comprometido que lo acompañó durante toda su vida. Estudió en el colegio Newland, hablaba inglés y alemán, y siempre tuvo una curiosidad por el arte, el teatro y la comunicación, lo que lo llevó incluso a incursionar en el modelaje cuando joven. Pero pronto su inquietud iría por otro camino: el de transformar el entorno en uno más justo y humano.

Salir del clóset fue su primera gran batalla: a los 23 años, enfrentó con valentía la reacción de sus padres. “Fue la primera vez que vi a mi padre botar una lágrima”, recordó alguna vez sobre aquella tarde en que, con ayuda de su psicólogo, contó su verdad. Fue un momento doloroso, pero también liberador. “Esa noche dormí tranquilo. Sentí que había ganado una minibatalla”, dijo. Esa experiencia de reconciliación lo marcó profundamente y se transformó en el motor de su activismo: lograr que otras personas no tuvieran que pasar por lo mismo solas.

En 2009, se atrevió a un gesto inédito: aparecer en la franja electoral del candidato presidencial Sebastián Piñera, tomado de la mano con su pareja. Fue una imagen potente, disruptiva, especialmente porque provenía de un rostro joven, de derecha, hijo de un referente conservador. Luis buscaba tender puentes y desafiar cómodamente instaladas formas de exclusión. “Chile necesitaba ver que también había diversidad dentro de su élite”, comentó en entrevistas posteriores.

Ese mismo espíritu lo llevó a fundar en 2011 la Fundación Iguales, junto a Pablo Simonetti y Antonio Bascuñán. Bajo su liderazgo, Iguales se convirtió en una institución sólida, profesional y respetada. “Luis fue ejemplo de compromiso, de rigurosa voluntad, de pensamiento despejado, de avezado articulador político”, dijo Simonetti, destacando su capacidad para conectar con todos los sectores. Durante su presidencia, la fundación fue clave en la aprobación de la Ley Zamudio, el Acuerdo de Unión Civil y la Ley de Identidad de Género. En cada trámite legislativo, Luis estaba presente: viajaba en bus a Valparaíso, asistía a las comisiones, hablaba con parlamentarios. No se daba descanso.

Lo más impactante: todo eso lo hacía mientras lidiaba con una insuficiencia renal crónica. Se dializaba durante años, pasó por cinco cirugías mayores y dos trasplantes. Jamás lo usó como excusa. “Nunca lo vi quejarse, siempre llegaba sonriendo”, contó una excompañera de fundación. Su resiliencia fue admirable. Incluso enfrentando un cáncer en la última etapa de su vida, decidió compartir su proceso, habló de la “Ruta del Cáncer”, y visibilizó las brechas del sistema de salud chileno.

Ojalá sigan adelante con sus luchas, ya sea en la salud, en la diversidad sexual o en el ámbito que sea.

En 2017 se presentó como candidato a diputado por el Distrito 10. Aunque no fue electo, su campaña abrió un debate dentro de la centroderecha sobre diversidad e inclusión. “Tenemos que estar en el Congreso”, afirmaba. Su candidatura fue un acto valiente: se paró con su historia personal a desafiar estigmas dentro de su propio sector.

Luis fue mucho más que un activista. Fue un referente ético. Asesoraba a pacientes renales, promovía la donación de órganos, hablaba sobre acceso a medicamentos, y acompañaba en silencio a quienes estaban en procesos de aceptación. “Luis me salvó la vida”, contaron varios en redes sociales tras su fallecimiento. Esa capacidad de inspirar y contener fue una de sus cualidades más admiradas.

Recibió premios como su inclusión en la Global Diversity List de The Economist, y en Chile, fue homenajeado por organizaciones como Todo Mejora. En 2024, la Fundación Iguales instauró el Premio Luis Larraín Stieb para reconocer activistas que sigan su legado. “El premio será nuestro homenaje permanente a él”, dijo María José Cumplido, directora de Iguales.

Su padre, Luis Larraín Arroyo, dio una de las declaraciones más conmovedoras: “Mi hijo me enseñó a tener compasión”. Y en ese gesto final, el activista logró lo imposible: cambiar corazones, incluso dentro de su círculo más cerrado. “Estoy muy feliz de lo que le entregó a la sociedad chilena”, afirmó el padre.

Luis falleció el 17 de noviembre de 2023, dejando un mensaje claro: “Ojalá sigan adelante con sus luchas, ya sea en la salud, en la diversidad sexual o en el ámbito que sea”. Su historia sigue viva en cada joven que hoy se atreve a salir del clóset, en cada ley que protege a una minoría, en cada paciente que enfrenta su enfermedad con dignidad.

Luis Larraín Stieb demostró que se puede cambiar el mundo desde la empatía, sin perder la sonrisa. Su vida fue, sin duda, un acto de amor.

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