Jóvenes de Medio Siglo no solo revive el espíritu de las sitcoms clásicas con una estética retro que encanta, sino que además pone en el centro a personajes gay mayores con vidas plenas, sexys y llenas de humor. Entre ellos, Matt Bomer destaca como Jerry Frank, un ex mormón adorablemente despistado, de corazón enorme y sonrisa desarmante. Su personaje es el alma ingenua del trío protagonista, y quizás el más emocional: vive entre pastillas, vuelos de avión (es azafato) y una seguidilla de momentos románticos que exploran el amor queer después de los 40.
Jerry no tiene miedo de enamorarse, aunque su historial está lleno de torpezas encantadoras. Uno de los arcos más emotivos de la serie es su reencuentro con Becca, la hija que tuvo antes de salir del clóset. Su relación trae una mezcla de comedia y ternura, especialmente cuando ella lo encara por años de ausencia y terminan cantando juntas un clásico de Broadway en la cocina. Pero el verdadero foco romántico llega con Mason, un joven mormón aún en el clóset, interpretado por Zane Phillips. La tensión entre ellos va creciendo capítulo a capítulo, con miradas, malentendidos y una química que derrite la pantalla… y no solo por el calor del desierto.

A diferencia de otras sitcoms donde lo gay se mantenía en un subtexto, aquí los romances son claros, sexys y parte integral de la historia. Jerry vive su deseo sin culpas, aunque con las inseguridades propias de quien ya no tiene veinte. Hay escenas de citas, de celos, de “sexo de reconciliación” (sutil pero sugerido) y, por supuesto, consejos no solicitados de sus dos compañeros de casa. Bunny y Arthur lo animan, lo fastidian y lo acompañan en cada paso, regalándonos momentos tan cómicos como emotivos (“¡si ese niño quiere venir al clóset, asegúrate de que haya minibar!” le lanza Arthur en un episodio).
En resumen, Matt Bomer le da a Jerry una mezcla de ternura, sensualidad madura y torpeza entrañable que se roba el corazón del público. Su personaje representa la posibilidad de redescubrir el amor y la identidad a cualquier edad, con todas las contradicciones que eso implica. En un mundo que rara vez muestra a hombres gay mayores siendo deseados, Jóvenes de Medio Siglo ofrece un espejo optimista y picante… y Bomer, como siempre, lo hace con un carisma que no necesita presentación.
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