En 1998, el cineasta Todd Haynes estrenó Velvet Goldmine, una oda al glam rock que no solo homenajeaba figuras como David Bowie, sino que también rompía moldes en cine queer. En esta película cargada de brillo, purpurina y andróginos fascinantes, Christian Bale interpretó a Arthur Stuart, un periodista que investiga a su ídolo Brian Slade (izquierda de Jonathan Rhys Meyers), y termina inmerso en una historia de deseo, identidad y liberación emocional.
La película es tan ecléctica que fue descrita como una especie de Citizen Kane queer: recargada de citas de Oscar Wilde, sexo insinuante y escenografías vistosas. Según Queerty, pronto se convirtió en “uno de los filmes más gay que verás” . En entrevistas y sesiones fotográficas (como aquella legendaria para Village Voice en 1998), Bale abrazó la estética glamurosa con uñas pintadas, brillo y boas: un look que le valió el cariñoso “Christian was lovely” por parte del director.
En el set, Bale no dudó en entregarse: escenas de sexo entre hombres con Ewan McGregor eran “extrañas, incómodas… y divertidas”, narró Jonathan Rhys Meyers. Y Todd Haynes lo confirma: “Christian fue nuestra vía de entrada, representaba a nosotros”, en referencia a la comunidad queer . Su interpretación no fue un disfraz: fue un puente emocional hacia una audiencia que veía en él un espejo, una representación íntima.
Con los años, Velvet Goldmine se transformó en un cult clásico queer. Incluso fue reivindicado por Haynes como una película que resonó especialmente entre adolescentes queer que la “analizaban toda la noche“. Ahora, regresó a la circulación gracias a archivos públicos, manteniendo su estado de obra emblemática en la cultura LGBTQ+.
Puedes ver Velvet Goldmine en Prime Video.
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